Si estás pensando en un rediseño web para tu empresa, no sólo lo hagas por una cuestión estética, sino por estas otras razones:
- Quedarse obsoleto frente a la competencia.
- Emplear demasiado tiempo y dinero en actualizar una web estática HTML.
- Penalizaciones SEO por actualizaciones del algoritmo de Google.
- Posibles problemas de seguridad debido a scripts y programación no actualizada.
- Falta de integración y automatismo con redes sociales.
- No estar adaptado a móviles con una web «responsive».
- Presentar incompatibilidades según el navegador.
Es decir, la razón para una nueva inversión en un rediseño web, se basa principalmente en que puedes aumentar tu negocio y gestionar tu audiencia digital de manera más fácil y eficiente.
Fases de rediseño web
El rediseño web comienza por estudiar las estadísticas de tu vieja web, analizando qué páginas son las más visitadas, el ratio de rebote, cómo llegan los usuarios a visitarte, y cuál es el recorrido que hacen por tu web. En esta fase de análisis, se extraen las conclusiones para que el nuevo rediseño web sea más eficiente y más claro al usuario, permitiéndole llegar a la información más rápidamente, estudiando qué tipo de usuario demanda los servicios o productos que ofreces. Es importante establecer la estrategia de marketing online en esta fase: pago por clic en Google, Facebook o Twitter, inclusión de publicidad en sitios terceros, artículos patrocinados, incorporación de artículos en portales verticales como Google Shopping o Amazon, etc.
Primero el contenido, después el nuevo diseño web.
Después viene el rediseño de la estructura web, con la recopilación de nuevo contenido escrito y audiovisual o bien, la generación del mismo en función de un estudio detallado de palabras claves, gracias a herramientas como el planificador de palabras clave de Google. El nuevo contenido o «copy» debe de ser actualizado y optimizado para la comprensión del usuario, evitando frases técnicas o acrónimos que puedan existir en tu sector, destacando los mensajes que te diferencien frente a la competencia, añadiendo infografías que ayuden a explicar mejor el texto, y realizando fotografías de calidad acorde a tus productos o servicios (evitando en la medida de lo posible bancos de imágenes impersonales). En esta fase, se tendrán en cuenta nuevas características que podrán añadirse a la web rediseñada, como un buscador interno, filtros de búsqueda, historial de archivos, publicación de nuevas secciones, menús de navegación auxiliares, etc. Gracias a colaboradores expertos como +magín en esta materia, es posible realizar un buen trabajo de investigación y desarrollo de contenido sobre tu empresa.
Una vez recopilado todo el material, comienza la fase de bocetos y posibles «layouts» para el rediseño web, teniendo en cuenta la estructura acordada. Generalmente es mejor aplicar un diseño sencillo y efectivo e ir completándolo con las necesidades del usuario. Si el diseño web es directo, su programación será rápida y conllevará menos problemas de compatibilidad entre navegadores y tamaños de pantalla de dispositivos.
Si estás pensando potenciar tu imagen de marca, quizás sea el momento de re-dirigir tu presupuesto hacia una revisión total de tu web.